Hace algunos años, cuando me despidieron de mi
trabajo en unos grandes almacenes comencé a recorrer Andalucia a
pie, me apasionaban sus paisajes y sus gentes, en cada pueblo
encontraba historias y leyendas a cada cual mas increíble, yo las
iba anotando en un cuaderno de viaje, creo que nunca he comido tan
bien como lo hice en aquella época, esos fueron algunos de
los motivos por los que mi viaje se alargo mas de lo necesario.
Un día mientras descansaba al pie de un árbol
junto a un camino conocí a una joven, no era especialmente guapa
pero no era fea, si algo tímida y bastante inocente, había vivido
siempre en una pequeña aldea a las orillas del Guadalquivir, lo
único que conocía del mundo mas allá de su comarca era lo que
había leído en los libros que un tío suyo de la capital le mandaba
por su cumpleaños. Ella se dirigía a un pueblo vecino para recoger
unas plantas aromáticas que se encontraban por la zona para realizar
infusiones y compartimos parte del viaje.
Aun recuerdo su cara cada vez que le describía una
de las fotografías que había tomado en las ciudades por las que
había pasado, le enseñe las playas de Cadiz con el sol poniéndose
al oeste, la Alhambra de Granada con sus jardines y leones, la
mezquita de Córdoba abarrotada de turistas, los infinitos campos de
olivares de Jaén, la gente esquiando en Sierra Nevada, la inmensidad
de los bosques de la Sierra de Cazorla...
Llegamos a un cruce en el cual nuestros caminos se
dividían, me despedí de ella con toda la educación posible y le
regale un par de libros que ya había leído y que mas que otra cosa
me pesaban en la mochila, después al intentar continuar con mi
camino note su mano aferrándose con fuerza a la mía. La mire,
estaba llorando, entre sollozos me suplico que la llevara conmigo,
quería conocer todas aquellas maravillas que hasta hace apenas unas
horas no podía ni imaginar que existiesen.
Aun no me he perdonado por lo que hice... no pude
decirle que no, pero tampoco le dije que si, la mande de vuelta a su
aldea para que se lo pensara y lo hablase con su familia y le prometí
que nos encontraríamos en aquel cruce al alba del día siguiente...
...He imaginado tantas veces con que habría pasado si
hubiese acudido a nuestra cita.
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