jueves, diciembre 27, 2012

La joven del cruce

Hace algunos años, cuando me despidieron de mi trabajo en unos grandes almacenes comencé a recorrer Andalucia a pie, me apasionaban sus paisajes y sus gentes, en cada pueblo encontraba historias y leyendas a cada cual mas increíble, yo las iba anotando en un cuaderno de viaje, creo que nunca he comido tan bien como lo hice en aquella época, esos fueron algunos de los motivos por los que mi viaje se alargo mas de lo necesario.

Un día mientras descansaba al pie de un árbol junto a un camino conocí a una joven, no era especialmente guapa pero no era fea, si algo tímida y bastante inocente, había vivido siempre en una pequeña aldea a las orillas del Guadalquivir, lo único que conocía del mundo mas allá de su comarca era lo que había leído en los libros que un tío suyo de la capital le mandaba por su cumpleaños. Ella se dirigía a un pueblo vecino para recoger unas plantas aromáticas que se encontraban por la zona para realizar infusiones y compartimos parte del viaje.

Aun recuerdo su cara cada vez que le describía una de las fotografías que había tomado en las ciudades por las que había pasado, le enseñe las playas de Cadiz con el sol poniéndose al oeste, la Alhambra de Granada con sus jardines y leones, la mezquita de Córdoba abarrotada de turistas, los infinitos campos de olivares de Jaén, la gente esquiando en Sierra Nevada, la inmensidad de los bosques de la Sierra de Cazorla...

Llegamos a un cruce en el cual nuestros caminos se dividían, me despedí de ella con toda la educación posible y le regale un par de libros que ya había leído y que mas que otra cosa me pesaban en la mochila, después al intentar continuar con mi camino note su mano aferrándose con fuerza a la mía. La mire, estaba llorando, entre sollozos me suplico que la llevara conmigo, quería conocer todas aquellas maravillas que hasta hace apenas unas horas no podía ni imaginar que existiesen. 
Aun no me he perdonado por lo que hice... no pude decirle que no, pero tampoco le dije que si, la mande de vuelta a su aldea para que se lo pensara y lo hablase con su familia y le prometí que nos encontraríamos en aquel cruce al alba del día siguiente...
...He imaginado tantas veces con que habría pasado si hubiese acudido a nuestra cita.

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