martes, septiembre 19, 2006

Cuando la muerte se invita a cenar

Puede que os parezca raro el titulo de este comentario, puede, que cuando acabeis de leerlo no tenga sentido pero me parecio el mas apropiado para tratar este tema.

Habria que retroceder en el tiempo, un mes mas o menos; era una mañana mas, el sol brillaba y los pajaros... bueno los pajaros no se callaban. Mi madre realizaba las arduas tareas de casa, mi padre regaba los rosales y yo simplemente no hacia nada. Al entrar mi padre al salon me comento que queria llevar a mi madre a ver su tio (o sea mi tio-abuelo) que por lo visto acavaban de operar en Madrid y queria que le prestara el coche. Sin mas preguntas por mi parte se lo preste ya que el coche de mis padres no tiene aire acondicionado y el viaje a Madrid era largo.

Recuerdo la primera frase, frivola pero no por ella menos cierta, que oi a la vuelta.
¿Que como esta? ...no creo que acabe el verano.
Y fue verdad el tio no acabo el verano, de echo solo duro cuatro dias...
Puede que parezca que no me importe su muerte e incluso puedo sonar insensible pero yo siempre digo que ahi una lagrima por cada muerto y no mas.

Escribo esto para recordar a todas esas estrellas que marcaron mi corta pero intensa vida y han dejado de brillar:
A mis abuelos, al tio Paco, a Ramoncito y Zapatillos, a la Oliva y a la "lola", al que me dio su nombre, a Ruben Anton, a la musa de mi cuento y las que ya no recuerdo.

No hay comentarios: