martes, febrero 23, 2010

Una mañana cualquiera y el después

Hay días en los que suena el despertador y simplemente caemos de la cama por nuestro propio peso, rectamos holgazanes hasta la ducha y por fin allí, el agua fría consigue sacarnos del letargo, una caliente taza de café termina de despertarnos y una fugaz mirada al reloj nos introduce en la cadena de un nuevo día.

Salimos de una casa hipotecada para montarnos en un coche financiado, ponemos un cd prestado y nos sumimos en una senda de asfalto, pintura y luces verdes, rojas y amarillas. Entre gases, ruidos e insultos nos sentimos en orden, tanto que podríamos llegar a nuestro destino aun cerrando los ojos pero ya no queda tiempo para soñar, estamos despiertos y tenemos que empezar.

En el ascensor sobra gente, bastante perfume y algún sinvergüenza, en los pasillos caras que vamos dejando atrás, sonrisas embotelladas, seres hipócritas y seguro, un alma noble, quizás este no sea su lugar... Sobre nuestra mesa una montaña de problemas que debemos solucionar para ayer y otra que se deberá resolver mañana para hoy. Ocho horas muriendo sobre una silla que nos destroza la dignidad y seguramente hará lo mismo con nuestra espalda, pero somos peones y jugamos en el tablero de un Rey llamado Banco.

Volvemos a casa destrozados y hay cena recalentada, tareas de hogar, riñas de pareja, infantes que quieren jugar y a los que deberás ayudar con sus deberes, trabajo para casa, película de medianoche, insomnio y ruidos de vecinos cretinos obsesos por el vino.
Luego vendrán fines de semana, puentes, vacaciones de verano en Benidorm y blancas Navidades, la boda de un familiar casi desconocido, las bacas flacas, crisis de los cuarenta, el mercedes nuevo, algún desliz, la menopausia, los nietos, la jubilación, el azúcar, la tensión y el colesterol, el infarto de miocardio, el luto, los puntos suspensivos...

3 comentarios:

audrey dijo...

joder¡¡¡ ya no sé si seguir buscando curro o hacer un agujero en el jardín y meter la cabeza dentro.
muaaa.

Vigilante dijo...

Mientras te guste lo que haces y no te impida ser feliz, no hay problema en trabajar. Pero no dejes que el trabajo ni nadie dirija tu vida.

Pilu...Pilar dijo...

Luego llegaran todas esas cosas sí, pero en el camino habrá otras muchas que seguro te harán sonreir... habrá personas que te harán pensar que de verdad no todo está perdido y que queda una esperanza aún para seguir luchando...

La vida pasa y puedes elegir vivirla o puedes elegir dejar que pase... y te aseguro que muchos días también me siento así, pero otros... otros me gusta pensar que estoy viviendo... me gusta disfrutar de todas aquellas grandes y pequeñas cosas que me hacen feliz...

Me gusta pensar que seguro que cuando llegue el final del camino me habrán quedado cosas por hacer, pero sólo porque habré estado haciendo otras tantas que me han ayudado a llegar a ese final...

Que se yo, que la vida a veces es complicada, pero otras la hacemos más difícil aún...

Un abrazo.

Pilu