jueves, octubre 22, 2009

El niño que perdio la sonrisa

Caminaba como una hormiga por la ciudad, rápido y en silencio, sin destino como siempre pero mas acelerado de lo normal, alguien o algo me esperaba, donde y cuando nadie lo sabia, ni siquiera yo.

Mire los semáforos, y parecía como si los verdes muñecos bailaran un Moonwalker en honor a Jacko, la gente cruzaba las calles como si de una película épica se tratase, como si William Wallace acabase de gritar aquello de: "Podrán quitarnos la vida pero nunca nos quitaran la libertad... Luego llegue a un gran parque donde los chiquillos jugaban ajenos al cruel transcurrir del tiempo, las madres cotilleaban y se criticaban las unas a las otras como en un programa de sobremesa y los ancianos daban de comer a blancas palomas que quizás fuesen su única compañía.

Me senté en un banco para descansar un poco los pies y de paso cambiarle las pilas al mp3, el ultimo disco de Ben Harper se había cargado ya cuatro pilas "alcalinas" de esas de los chino. De repente, una pelota, seguramente adquirida en los mismos chinos me golpeo en la cabeza y puedo decir con certeza, me despertó.

Un niño, feo, sucio y desdentado de no mas de siete años se acerco a mi con la intención de que le devolviera su pelota, entendía que solo era un niño pero el enfado por el golpe me hizo decirle que no le iba a devolver la pelota hasta que se disculpara, entonces fue cuando el mocoso me dijo:
- Tío, si me das la pelota yo te doy tu sonrisa.
- ¿Como? - respondí extrañado.
- Si tío, a mi me faltan tres dientes, de tres balonazos y cuando me dan otro, me rió y digo un diente menos, pero a ti que no se te ha caído ninguno y mira que cara de palo. - respondió el niño.
- Entonces si te doy la pelota harás que vuelva a sonreír - pregunte con sarna y un toque de ironía.
El niño con su sonrisa desdentada me dijo: "pos claro que si tío"; la verdad es que tenia curiosidad de ver como lo conseguiría y porque estaba tan seguro de algo siendo tan solo un inocente niño, así que le lance la pelota a los pies esperando su actuación.

Y vaya si me devolvió la sonrisa, vaya que si. El niño pateo la bola hasta donde estaban sus amigos, me miro con su cara sucia y sus tres dientes menos de tres pelotazos, y sacándome la lengua me hizo un corte de mangas, después huyo corriendo entre carcajadas.

Es verdad que la edad y los golpes de la vida me han robado la sonrisa, admito también que me he convertido en una persona de carácter triste y reservado, ahora gracias a aquel mequetrefe cada vez que tenga que buscar una escusa para sonreír solo tendré que recordar su cara, para poder retomar la inocencia y ser ese niño despreocupado que se ríe de la vida que un día fui.

2 comentarios:

audrey dijo...

yo cuando más sonrío es con mi sobrino :) así q los niños deben tener algo...
sabes?puedes intentar dejar de fumar y cada día que lo consigas, y que metas los 3 euros en la hucha, verás como te sale una sonrisa ;P
beso

Vigilante dijo...

La verdad es que yo tengo dos sobrinos y cuando vienen de visita le alegran a uno, ademas de cansarlo. XD

Mi problema reside en que solo suelo fumar los fines de semana, pero mi consumo es abusivo, y compro mas bien poco, como dice la canción: ya que has comprao dame un cigarro. Pero seguiré tu ejemplo.